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"... el bibliotecario protege los libros no sólo contra el género humano sino también contra la naturaleza, dedicando su vida a esta guerra contra las fuerzas del olvido"
Umberto Eco

BENITEZ, Luis


Luis Benítez



Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Buenos Aires-Argentina




Libros publicados:
* Poemas de la Tierra y la Memoria (poesía, Ed. Stephen and Bloom, Bs. As., 1980);
* Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida (poesía, Ed. Ultimo Reino, Bs. As., 1983);
* Poesía Inédita de Hoy (Un panorama contemporáneo de la poesía inédita argentina) (introducción, notas y selección de 100 autores, Ed. NOUS, Bs. As., 1983);
* Juan L. Ortiz: El Contra-Rimbaud (ensayo, 1ra. ed. Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. ed. Ed. Filofalsía, Bs. As. 1986);
* Behering y otros poemas (poesía, 1ra. ed., Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. Ed. Cuadernos del Zopilote, México D.F., 1993);
* Guerras, Epitafios y Conversaciones (poesía, Ed. Satura, Bs. As., 1989);
* Fractal (poesía, Ed. Correo Latino, Bs. As., 1992);
* El Pasado y las Vísperas (poesía, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1995);
* El Horror en la Narrativa de Alberto Jiménez Ure (ensayo, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1996);
* Selected Poems (antología poética, selección y traducción de Verónica Miranda, Ed. Luz Bilingual Publishing, Inc. Los Angeles, EE.UU., 1996);
* La Yegua de la Noche (poesía, Ediciones Del Castillo, Santiago de Chile, Chile, 2001);
* Tango del Mudo (novela, Ed. de la Plaza, Montevideo, Uruguay, 1997. Ed. Piel de Leopardo/Wordtheque, Bs. As., 2003. Edición en e-book, Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2004);
* Zapping (cuentos en e-book, Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2004);
* Jorge Luis Borges: La tiniebla y la gloria (ensayo, Ed. Ojos de Papel/Ediciones Lea, Madrid, España, 2004);
* El venenero y otros poemas (poesía, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2005).
* Antología poética (antología en e-book, introducción, selección y notas de Alejandro Elissagaray, Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2005);
* La tarde del elefante y otros poemas (poesía, Ed. Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2006; 2da. edición, Ediciones Azafrán y Cinabrio, México, 2008);
* 18 Whiskies (teatro, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2006);
* La novelística de Teódulo López Meléndez: escribir desde la fisura (ensayo, Ed. Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2007);
* Carl Jung: un chamán del siglo XX (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2007);
* Sigmund Freud, el descubrimiento del inconsciente (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2008);
* Erich Fromm: el amor, el psicoanálisis y el hombre (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2008);
* Diccionario de Filosofía (2 tomos, Ediciones Pluma y Papel, Buenos Aires, 2008);
* Los cuentos de Horacio Quiroga (ensayo introductorio y selección de Luis Benítez, Editorial Díada, Buenos Aires, 2008).
- En el país de las maravillas… (Los mejores cuentos fantásticos) (introducción y selección de Luis Benítez, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2009).
- ¡Elemental, Watson! (Los mejores cuentos policiales) (introducción y selección de Luis Benítez, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2009).




OBRA


SELECCIÓN POÉTICA


TE BUSCO ENTRE LOS SIMBOLOS DE ESTA CRUEL ARMONIA


Aquí te amo.
En este barco que rueda entre soles y estrellas,
en la más grande y silenciosa de las noches,
Un hombre sólo atiende a tu silencio;
pendiente de tus ojos más bellos que las novas,
ve que en su negrura alguien descubre las ruedas y el fuego.
Aquí te amo,
aquí te amo,
por unirme a ti aligeraría el paso de los mundos a la nada.
Te busco entre los símbolos de esta cruel armonía:
Mi amor es un amor que como el resto de las cosas
al reducirse se agranda,
penetrando, emigrando como estamos todos, jóvenes y viejos,
a un nuevo mundo que envía en tus ojos dos obscuros milagros,
a un nuevo mundo que anticipa
en tus ojos sus oscuros milagros.




TODO LO QUE DIRE DE TI


Boca de pájaro
en tus ojos de hierro hoy se oxida el dolor.
En la mañana que tiembla
y en el sol que la entibia
en el final de la noche con garras de muerto
en todos los lugares comunes a saber:
luna
lluvia
estrellas
está tu origen y el origen de tu nombre.
Eres el cuchillo que corta el pan de los pobres
y la mano que enciende el cigarro del triste.
Bienvenida gritan mis cosas mi pasado
juguetes lápices caricias bienvenida
mis años verdes y mis años grises
la alegría de los hombres que ahora puedo ver.
Mi amada con boca de diosa pagana
borracha en su manto que sonríe
mi amada con promesas de espanto
mi amada una y mil veces viva y definitiva.




A MARCEL SCHWOB


Ese espléndido encaje de terrores lujosos,
esa trágica risa que viste en los días
sobre hombres y cosas, no abandonó
el mundo contigo, Marcel Schwob.
Evocarte es una tarde en tus libros, mía,
y una noche de escritorio, tuya:
el tiempo, que es el mismo, confunde oscuridades.
Nadie descubre nada, tan sólo desentierra
secretos olvidados, verdades descartadas.
¿Ves? Esta es la mujer que amo:
no ha leído tu Monelle que es su hermana,
no conoce tus Vidas y como la de todos,
la suya es imaginaria.
Sus horas completan mis tardes, tus palabras.
Entre nosotros tres hemos pactado:
ninguno sabe qué, cómo ni cuándo.




LO QUE DECIA EL POETA


Soy tu enemigo que no tendrá piedad.
Guerra te llamaré y tomaré
contigo las libertades de la guerra.
Y en mis manos tu rostro oscuro y atravesado,
en mi corazón el país que
ilumina la tormenta.
Ives Bonnefoy




Tempranamente nos lanzaba la noche
sus grandes ojos de diosa
había en esas calles otra luz
que no conoce el día
y nada ni nadie sabía de la muerte
venías detrás de tí larga y enigmática
presencia donde me reconozco
otros canten la gloria de lo evidente
y harán lo justo
yo viviré siempre
en esta piel estas manos,
y este cuerpo
bañado por otra luz otra presencia.
Otra guerra hay que la del pan
otra embriaguez que la del vino
otra tierra hay en esta tierra:
Eterna es nuestra primavera.




YO NO ESPERO MAS PASOS QUE LOS TUYOS POR MI ALMA


Yo no espero más pasos que los tuyos por mi alma,
algo tuyo ha abierto paisajes sumergidos bajo el agua del rostro
y no ansía ese horizonte otra silueta en su noche, otra sombra antes del alba. ¿Ves? largas catedrales que suben a los cielos con tu bandera en sus astas
y una sangre que viene de la infancia remota presintiendo tu historia.
Yo no quiero más pasos que los tuyos por mi alma,
extraña forastera de la negra mirada, eres como la tierra:
todo sale y retorna de tu boca a tu boca. Eres como la mañana
que no tiene ningún fin, una imprecisa fragancia, una presencia muda
entre plantas y flores, no limita el tiempo tu sombrío fulgor.
Yo no espero más pasos que los tuyos por mi alma,
hay caminos que esconden el secreto de verte,
ellos que te conocen mucho más qué mis manos
penetran por mis años hasta hombres que fui, pueblos que tuve.
Donde estarías sola.




RETRATO


I
En las cejas, inmóvil, va volando un pájaro
sobre la oscura onda de los ojos, pardos.
Españoles y atentos al gran fluir del mundo,
perturban por lo inquieto de su otro mundo, el alma.
Desde la partida frente ondula todo el óvalo
la pesada, castaña cabellera
y la nada rueda tras de la carne firme;
mujer, eres la nada, que origina las cosas.
Bárbara criatura de la aurora, te estoy cantando.
Todos los días, entre miles de gestos, uno:
la boca que despliega su brillante amenaza,
esa arma antigua que recuerda
la vieja enemistad del macho y de la hembra.
Ante este rostro, vana, siempre
la noche se queda en la ventana.




II
Yo he visto en ti el centro del gran corazón
humano. Oh tú eres el centro del gran corazón humano,
el que ha sufrido y creado siglo tras siglo
la terrestre maravilla. Eres la Venus de la aurora
que en el marfil antiguo de las terribles bestias
labraron los hombres olvidados,
la vigorosa madre de la canción del mundo.
Tú, la primordial ni sobrenatural ni diosa,
tan sólo y toda la concreta mujer que caminó
por Behring para poblar la Tierra.
Hermosa, viven en ti
los muertos ojos de las primeras hembras,
en ti me miran otros morenos rasgos pulidos por los siglos.
Eres la que empuñó el arado y la que escondió
a sus hijos de la guerra. Eres las otras.
Tú en la oscura caverna engendraste
cuerpo tras cuerpo las réplicas del tuyo,
mi boca sólo canta y te devuelve como un eco
los ecos de innumerables gemidos que en las cóncavas tinieblas
arrojaste a los días y las noches del tiempo.
Viviente maravilla, de ti no hay partida, no hay llegada,
tú también, humanamente, el Alfa y el Omega.




AHORA TE CONOCE EL HOMBRE...


Ahora te conoce el hombre que imprime estas páginas
y el que en la noche silenciosa corrige las pruebas de los versos,
saben ellos de ti, de tu voz clara y de tu oscura pupila
donde se oculta el sol cuando anochece;
alguna vez han amado a otra como tú
pues para todo hombre la vida reserva a tus hermanas,
ésas que son iguales a tu alma.
Oh bella estos versos que nacen en la sangre
yo los veo cruzar por tintas y engranajes,
ir a buscarte a través de máquinas y moldes,
correr hasta tu sombra atravesando las sombras
donde la fotografía alumbra su milagro,
ellos van tras de ti de mano en mano,
los dibuja la fatiga de graves operarios
y el tipógrafo da forma a sus mapas silenciosos,
con su larga habilidad instala la proclamada urdimbre
de tu pelo, la lluvia de tus ojos hecha de letras
y el contorno de tus sueños, joven sol, nueva estrella,
lo conoce ese obrero antes que nadie.
Y sé que evoca, allí, entre la fatiga,
con un mudo cigarrillo y tensa boca,
un sueño que hasta ayer había olvidado.
Son tus perdidas hermanas,
las que no conocerás nunca
ni sabrán de ti por ese hombre,
que despiertan y retornan a su insomnio.




UN NOMBRE


Un nombre,
un nombre de mujer
para contener la estirpe de los astros,
un nombre
que suena al fluir del tiempo
en el único idioma de las cosas,
un nombre
que es como una palabra de otra dimensión
pronunciada en ésta; una palabra
que sueña a una mujer.
Un nombre
que en la antigua Al-Andalus,
la otra, la de la media luna
y el canto del sufí,
imaginó el árabe para mayor honor
de un Alá inevitable;
un nombre
que los duros godos robaron
de la Alhambra con la Alhambra,
un nombre que recorrió Europa
cuando aún no era Europa
y anduvo en las bocas de los anónimos,
esos que hubo y no tuvieron nombre,
un nombre
que antes fue amado por los muertos.
Un nombre
que cruzó con otros los mares y los tiempos
hasta la América de los galeones
y el oro inútil de los adelantados,
la América de un extraño animal
al que llaman león y no lo es,
la América de las banderas nuevas
y los nombres viejos;
un nombre
que las generaciones guardaban para tu nombre,
de boca en boca, sin ser en su todo pronunciado
hasta que llegó tu sombra,
oh la innombrable,
hasta que llegó tu sombra
a la luz que baña el tiempo.
Un nombre,
un nombre de mujer
para contener tantas otras cosas,
según lo imagine de noche,
según lo sueñe de día:
a veces es un rincón
de una vieja casa que yo sé que existe,
donde hay un gato con ojos de mujer
y una angustia boba cruzando la inmortalidad de los salones;
otras veces un nombre donde alguien descubre,
por vez primera, quién es el que responde en el espejo.
Un nombre
donde un raro pájaro
vuela hacia la hoguera y crea
una leyenda de cenizas que renacen,
un nombre de mujer
oh innombrable,
fatal como la última y la primera de las horas.
Un nombre que agota toda réplica,
un nombre,
un nombre de mujer que es más que esto
y tener de todo esto sólo el nombre.




EL AMOR LOCO


Hay un amor. Puedo verlo en las sombras
o ver el otro sol, el que me prometió mi padre
cuando era joven y sonreía entre los vivos,
el que deseó mi madre la primera vez que vio mis ojos tristes,
una lejana tarde, cuando tú ya existías sobre el mundo.
Hay un amor. Ya despliega sus maravillas y sus cárceles,
vuelve gris a todo otro, cualquiera que se acerca
vale en tanto trae un rasgo, un gesto tuyo,
regalos ignorados. Viene con sus noches y sus lobos,
hay un amor y trae su encendida maravilla, hay un amor;
la tierna amistad de los cercanos a mi corazón me rodea
y ya no sirve, la voz intemporal de Hesíodo,
que probablemente sí vio a las musas, canta y yano sirve,
mi amado Dylan Thomas, que observó perplejo cada cosa viva,
grita la gloria de lo creado y ya no sirve,
el placer de ver un nuevo crepúsculo caer me llama
y ya no sirve.
Los objetos, las ocupaciones, las palabras,
las llaves que sugieren una puerta, los extraños
y sus asuntos siempre extraordinarios,
la vaga curiosidad, las calles de una ciudad
que llaman Buenos Aires y que conozco tanto,
todo me invita y ya no sirve. ¿De qué sirvió
querer ser un santo a los seis años,
leer viejas leyendas de épocas más gratas,
saber de la suerte de Ulises y la desdicha de Eneas,
conocer las altas metafísicas con que los hindúes
querían abolir el deseo y el tiempo, esos anchos ríos
donde fluimos ambos, investigar las vastas filosofías
que hoy no pueden responderme, ser admirado
y odiado, despreciado o aplaudido por tantos desconocidos,
ver en un jardín y una tarde un secreto milagro?
Hay un amor, ya me indica sus oscuros mandatos,
ya me muestra su puñal y su espejo,
la ausencia y la presencia, esos dos simulacros.
La ansiedad sabe matar a un hombre: ni ciencias
ni artes mágicas pueden con su larga sentencia;
sólo la voz, la mirada, la esperanza sutil, el tacto último,
ese absoluto. Hay un amor: no valió nada saber
de los horóscopos ni de la ciencia exacta de las cartas,
quizá no menos ingenuas mitologías que aquello
en lo que crees: cada época se explica como puede.
Hay un amor, es tiempo de verte crecer e imaginar tu infancia,
ese privilegio que me fue vedado.




MAS BELLA QUE MI PROPIA SED, MAS PURA


Como un animal nocturno
mi sombra penetrará en tu sombra
desnuda serás más bella
que el tibio fantasma que queda entre tus ropas
yo iba solo entre bosques
me perseguía el honor de ser un solitario
y todo el amor del mundo
hablaba entre tus brazos
allí te vi
la enorme Buenos Aires
era inútil para ocultar siquiera
el brillo de tu ausencia
desnuda serás más bella
que mi propia sed más pura
aun que las caricias del viento
que derrumbará a la vez tu casa y tu tristeza
yo iba solo de la vida a la muerte
ahora voy del sueño al despertar
desnuda serás más bella: serás mi mediodía.




LA ELEGIDA


De cada mujer todos los rasgos
se pintan en su rostro:
es la que figura en las guías,
la que saludan en los aniversarios,
la que habita con otras fichas, documentos,
cartas que su nombre orienta, recuerdos
en las memorias donde se irá extraviando
y la singular secreta que ha inspirado versos,
sueños que para sí misma tuvo,
otros abecedarios que hoy le pertenecen.
Tú que has sido los rituales
que altivos nos unen a los otros:
la que tuvo trabajos y empeños y vacilaciones,
la que nadie por las calles reconoce,
la que esperó en salas borrosas
momentos pasados que eran entonces el futuro,
ten piedad de los verbos que no pueden
contener lo que has sido, lo que eres, lo viviente.
Tú que diversa y una,
también eres las otras,
ésa que duerme esta noche
bajo la misma luna.




JUBILO Y CAIDA


Armonía primera allí te vi, no era necesario
mirar las partes de tu reino entero pero allí te vi
y no quise detenerme en tu orilla, tu orilla
que está en las simples cosas llenas de tu ondulante sombra.
Qué delicadamente, luz en la luz, centro del día,
te corporizas o elijes una sencilla forma cuando nos prestas tus ojos
y cómo un eterno amor nos lleva de la mano
a tus criaturas, allí donde eres sí,
en lo animado, la infinita danza,
la queja misma de cuanto existe.
Alta serenidad todo es tu vaso y cada uno
declara tuyo un color nuevo. Es abril
de un año que para ti no cuenta y sin embargo
un dulce calor te trajo aquí a mi lado. Era yo apenas
una certeza esta mañana y la espuma del sueño
y los lados del día se apagaban en mí.
Bastó pedir, correr a tu contagio,
para que un soplo sobre las cenizas que empolvaban las cosas
encendiera de nuevo el mundo de carbunclos,
las amatistas del aire... ¿las múltiples facetas
de tus brillantes vidrieras, de dónde vienen,
de qué sima profunda o de qué cima pública y expuesta,
de qué otro tiempo apenas visitado,
apenas entrevisto en el fuego del fuego?


Peor ayuno no hay, que el que hay de ti.




ENTONCES, EL CANTO...


Cruza tu voz los círculos del sueño,
como si un dios antiguo te cerrara la boca,
¿detrás de qué otros cantos
sin estela en qué aguas?
Es de día en tu sueño bajo un sol diferente,
sonámbula a la vez en la orilla y el centro.
Oh no despierten a la elegida
en las profundas gargantas de las cosas,
que nadie, cruzando la habitación,
salte dentro del sueño
por caer en sus huellas sobre cuáles caminos;
nadie, ni los sonidos ni mi mano,
que existen en donde existe el tiempo,
agreguen sus llaves al enigma;
no cantas, eres tú la cantada.
En la mañana ardiente de los ojos cerrados,
escucha los susurros, las vetas minerales,
acaricia las sombras, reclama otra estatura,
la trae hasta los hombres.




CON OTRO OJO


La verdadera poesía está desnuda:
por eso estas palabras van dejando sus ropas.
La poesía debe ser la lengua
de la boca que dice la verdad,
la verdad que se agita y desprende
de ese núcleo vivo, no-vivo,
esa primera cosa que dejó
la huella que llamamos cosa
al llegar aquí.
Vivir, escribir poesía como quien talla madera,
buscando el eje viviente, que está en todo,
en todos y es el mismo.




EL MAR DE LOS ANTIGUOS


No volverá jamás el mar de los antiguos
a rebañar las costas creadas por sus olas.
Un año de ancho, una vida de largo,
se sumió en la honda bocanada del fondo.
Con él las bandas de Erik el Violento
y la pacífica vela de otro ladrón, fenicio,
doblaron para siempre ese horizonte blando
y abajo el precipicio que los tragó
a todos como se cierra un libro.
Ni el ceñudo pirata que un día fue
estatura y bronceado y sombra,
ni el traficante sofocado bajo tricornio y títulos,
tuvieron el poder de detener
aquellas otras olas que se llaman horas;
menos el múltiple ahogado, ése sin nombre,
puede asomar la cabeza ahora
para su intrépido persistir
bajo la luna, a solas.
Ah mar de Eneas y de Ulises
que no eras éste y eras
la cuna del delfín y las especias
y el camino del oro y siempre, lo Otro.
Qué portugueses y españoles eran
cuando eran los que eran en el mar.
¡Y el junco de esa otra historia, la ignorada,
que salía a él bajando de los ríos
como una rama armada de astrolabio,
con hombres amarillos bajo la tensa seda
guardando sus secretos, sus caminos y sus signos!
Veo entre peces voladores
cabalgar la trirreme del romano
y al bajel del griego salir de la zozobra;
todas esas ambiciones que iban tras las Hespérides
encalladas en el arrecife del Minuto.
Y la Sirena, el paganismo de a bordo
recubierto de escamas y colocado fuera,
y el oficial Leviatán del Viejo Testamento
condensados en la ballena blanca
que surcó todavía, en mil ochocientos y tantos,
el querido inolvidable mar de los antiguos.




UNA FRUTA EN LA HIERBA


más allá el amplio político mundo de la lengua
aquí la ancha serenidad de las cosas
en el fondo del océano donde vive
cómo puede ser considerada de otra forma
en este arte en que exalta
si el primero que tomó el cincel
el brillo del color humilde reunió en las palabras
el rastro de lo visto
la ancha tranquila serenidad de las cosas
una mitad es la noche la otra mitad es engaño
sentirla es ver moverse al mundo
delgado como un abismo
entre los filos del tiempo
y no alcanza con leer ni basta con mirar
es tan bella que su cuerpo piensa
allí el poeta es la lombriz de tierra
hace de la fruta el huerto
porque en la ciruela ve la sombra del ciruelo




EN EL MANSO UNIVERSO DE LA ABEJA


En el manso universo de veintitrés días
vuela centenaria la que baja sobre las palpitantes bocas,
las húmedas laderas diminutas donde impone un revuelo
de polvo y de musgos arrancados por su ala poderosa
o danza, bordando el aire sobre los ríos que entrecruza
el riego olvidado en los minúsculos bosques,
los valles escondidos al ojo del jardinero.
Oh tú que eres el dios dorado y negro
de otras mitologías y te hundes en el presente
absoluto de una tarde nuestra,
una eternidad perdida en el minuto,
tú conoces los paisajes de tejados, eres
mitad de aire y mitad de nada y sin saberlo siembras
el enigma de la rosa,
el primer peso de los gigantes verdes,
los primordiales impulsos de otra planta, invisible: es la paz
de donde vienes como una semilla viviente,
toda tú al unísono el germen y el fruto y la delirante flor
de cuatro pétalos vibrantes entre las higueras
y el muro altivo de los hombres.
Abeja antigua que no conoce el número
sino lo único sin partes, tú viste a Ovidio
entre sus metamorfosis volverse un viejo
y a Horacio Flaco sobre el pan del lunes
y hoy me ves a mí que proso estos versos
sobre otro mar, el aire.
Y no eres la piedad sino la fruta de la paz
que flota en el oleaje para siempre lejos de la mano,
igual y singular, distante.




ESTA MAÑANA ESCRIBÍ DOS POEMAS


Esta mañana escribí dos poemas.
No me pregunto ya por el sentido
que tiene o no tiene este oficio oscuro.
Simplemente es otra manera, posible, de estar vivo.
Me pregunto por el origen
de esas dos cosas que ahora están sobre la mesa,
no exactamente hechas de papel y de pigmentos.
Por los hombres que lo han dicho mejor
y hoy están muertos.
Por los siglos de guerras y de paces
que entre las palabras han corrido.
Me pregunto por los nombres y el semblante
del que en otra parte del globo ha dejado
sobre su mesa otras dos cosas iguales
y que duda también de mi existencia.
Me pregunto por los miles de días y de noches
que han debido transcurrir para que hiciéramos esto.
Por los cientos de personas
que han donado los versos.
Me pregunto por qué, hace un rato,
se ha modificado dos veces este mundo.




UN INSECTO EN ENERO


mínima en la ventana una presencia activa
apenas diferente del aire en su elemental dibujo


más seis patas y dos alas que el cuerpo verde
apenas una línea que atravesó
millones de años en su aleteo
desde los ollares de los dinosaurios
hasta el sobrio y frío presente en mi ventana


nunca fue más grande y jamás abundó:
cuando plantas que hoy son la hierba
alcanzaban alturas y redondeaban formas colosales
unos pocos como él se elevaban
hacia las lejanas copas con no poco esfuerzo
de esas mismas delicadas membranas
que frente a mí apenas mueve o que reposan


allí donde refleja el todo otro vasto mundo
que también le pertenece


su victoria hecha de un silencio seguro
como todas las cosas




NACIMIENTO DEL TANGO


La luna vertical que se lleva el alba
y que vio surgir y enajenar a tantas cosas,
el mar que se condensa en el Río de la Plata,
la calle que olvidaste nombrar cuando después,
a la música, agregaste las palabras,
te oyeron salir de la nada quizás en una flauta
que se detuvo asombrada, tal vez
en la melodía distraída de alguno.
¿De qué susurro y latido, de qué silbido sin rumbo,
de qué cadencia de pasos por qué calles apagadas
nació el tango, de qué silencio de hombres solos9
El negro bozal y el criollo amargo
que despedían su tiempo
y los rubios pobres que bajaron de los barcos
y el campo en la ciudad, con la ternura
y el dolor y la noche y el espanto
fueron tu cuna y tus primeros pasos.
Alguien oyó el destino de unos acordes
perdidos en los rumbos de otras armonías
y los reunió convertidos en la primera milonga.
Ella acunó, madonna maleva, en sus brazos
tu lágrima más joven, tango.
Nacido de mujer, como los hombres.




LA PREGUNTA


¿Y el ocaso rompiéndose en oro rojo,
inmutable, más allá de la historia de la poesía
de Oriente y de Occidente,
el ocaso de oro rojo,
inalcanzable, el rojo de un astro roto
fracturado contra el borde del mundo,
eso que es lo único y lo primero, en lo que veo?
Cuando, auténtico y entero,
acá, aunque se haya vuelto casi la noche,
acá en los versos lo requiero.




LA NADADORA


la mujer que amo
desnuda en el agua
parece vestida
y es como una larva
la bella forajida
se le escapa al mundo
la mujer que amo
desnuda en el agua
va como un palito
cuál es la corriente
que la lleva dentro
cuando sale nadando
de su alma sola
la mujer que amo
desnuda en el agua
como en la deriva
de su pensamiento
no hace caso nunca
de lo que le escribo
otra pluma grande
le diluye el nombre
la mujer que amo
desnuda en el agua
en sí se sumerge
sin remordimientos
y allí abajo
es de fuego y de sangre
y de ahogo y de burbujas de agua
mientras se hunde entera
en sí misma siempre
ya no hay qué la agite
como cuando andaba
complicando la Tierra
bracea en el olvido
son sus muslos fuertes
splash desesperado
lo que mastica mi boca
abierta tapa del fondo
y hay en su mirada
un mirar ausente
la mujer que amo
desnuda en el agua
se ha desvanecido
sola entra a su alma
se abraza a sí misma
y no tiene centro.




EL AMOR DE LA ALBAHACA


No es la anónima, la de las grandes plantaciones industriales,
Destinada al secado por toneladas,
La que aflora etiquetada en todos los supermercados de este mundo.
Tampoco la singular, la noble albahaca que ciñó Virgilio
Entre sus labios y enjugó la mano de Horacio entre los álamos.
Es la rastrera, común albahaca salvaje de los campos,
La única y la sola que nos mira siempre verde entre las ruinas,
La que saluda desde hace millones de años
Entre las piedras. Allí, donde seguramente no es querida,
Asoma sus muñones empecinada, con la sola ayuda
De unas gotas de lluvia casual, de a cada tanto:
Un gramo de tierra le basta a la paciencia de la albahaca,
Para amar el rincón entre ladrillos rotos que, parece,
Quieren expulsarla para siempre de su seno.
Persevera sola en su manchón de verde
Entre lo estéril, lo que le niega el sustento
Es aquello que más ama: más quiere agotarla,
Más se empecina; más quiere secarla, más florece.
La indiferencia la abona y riega sus hojas
El desdén. A desplantes crece la pasión
De la sufrida albahaca. Y cuando aquello parece
(una vez cada año sucede que se ausenta)
Alcanzan cuatro lágrimas celestes
Para que resurja de la nada como antes,
Otro milagro del amor, que no conoce
La muerte, ni el olvido ni el engaño:
Raíz que persiste honda entre cenizas y polvo,
Milagro que florece a solas, prodigio
Sin correspondencia alguna, la albahaca
Es el amor que no se calla ni seca,
por propia voluntad ni por ajena.

2 comentarios:

Gustavo Tisocco dijo...

Un gusto siempre leer al querido Luis, poetazo siempre.
Un abrazo Gus.

apalacio dijo...

Deslumbra la intensidad, originalidad y precision expresiva de Benitez. Un lujo para este sitio y para aquellos que compartimos amistad y pasion por la buena poesía, en la que Luis se destaca merecidamente.
Alfredo Palacio