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"... el bibliotecario protege los libros no sólo contra el género humano sino también contra la naturaleza, dedicando su vida a esta guerra contra las fuerzas del olvido"
Umberto Eco

CASTILLO ESCOBAR, Juana

Juana Castillo Escobar


Madrid-España


Libros publicados
:
*Cuentos para leer en el Metro- Editorial Catriel. Año 1999. (Edicº de Clara Obligado)
*Historias de amor y desamor-Trivium, proyecto editorial, S. L. Año 2001. (Edicº de Clara Obligado).
*Historias para viajes cortos- Editorial Dragontinas - Año 2003. (Edicº de Clara Obligado).
*Tusitala (el narrador)- Escuela de Escritores-Año 2005- Adamar Servicio Integral de Ediciones
*Poemario: Poemas del 2004
*Contigo somos tres -Poemas para canciones
*Amor callado, amor secreto - Poemas para canciones
*Poemario: Poemas del 2005 en el Puerto de la Cruz
*Poemas en Madrid.
*El amor, rosa y espina


OBRA

SELECCIÓN POÉTICA


¡LEVÁNTATE Y ANDA!

Mujer:
¡Levántate y anda!
Camina
Con la frente bien alta,
Con la mirada fija
Directa al mañana.

Mujer:
¡Levántate y anda!
Camina
Feliz, orgullosa,
Con esperanza
En nuevas etapas.

Mujer:
¡Levántate y anda!
Camina
Dichosa.
Piensa que fuiste creada
Y, como diosa,
Entronizada.

Mujer:
¡Levántate y anda!
Camina
Como reina
Por la tierra,
Diosa,
Tierra fértil,
Misteriosos cuerpo y alma.

Mujer:
¡Levántate y anda!
Camina,
Milagro andante,
Tú que en las entrañas la vida llevas,
Tú que puedes ser madre,
Tú que puedes, la vida, darla.

Mujer:
¡Levántate y anda!
Camina
Orgullosa, esperanzada,
Abriendo nuevos senderos,
Mirando al frente,
Sin temores pues tú eres:
Diosa que da vida,
Diosa en cuerpo y alma.


INDEFENSA

Inquieta, la luna se ocultó
Tras celajes de color violeta.
Y el cielo, púrpura, se cerró
Tras el último rayo de sol
Convirtiéndose, de repente,
En negra noche.

Y la mujer, indefensa, gritó
Como otras muchas noches.
Socorro y ayuda pidió
Pero nadie quiso oír sus voces.
Inquieta, La luna se ocultó
Tras celajes de color violeta.

Y la mujer, indefensa,
Gritó y gritó,
Pero nadie parecía escuchar su queja.
Y la luna, tras nubarrones violeta,
Lloró y lloró
Por la mujer violentada y muerta
A manos de su mal llamado amor.

Indefensa, la mujer,
Yacía ya sin color,
Sobre el suelo púrpura
De la fría y oscura habitación.
La mujer estaba
Indefensa, callada, quieta,
Tenía apagado el corazón.
Y la luna, avergonzada, inquieta,
Permaneció oculta, llorosa,
Tras celajes de color violeta.
Se escondía de la noche tenebrosa
Que tanto miedo le daba
Pues entre sus brumas
Un asesino, impunemente, caminaba
Satisfecho con su hazaña:
La mujer había sido acallada.


ENCADENADA

Te vi
Y lo presentí:
Mi vida sería para ti.

Te oí
Y te sonreí:
Tu canción sonaba para mí.

Dormí,
Sin dormir,
Mis sueños se llenaban de ti.

Te sentí
Respirar junto a mí
Y supe que vivía por ti.

Viví,
Sin vivir:
Me encadené, por amor, a ti.

Nací
Para ti:
Por ti volvía a vivir.

Te intuí
Y, sí,
Corrí en pos de ti.

Me llamaste
Y fui:
Contigo, encadenada, soy feliz.


DEJO LAS VENTANAS DE MI ALMA ABIERTAS

A la memoria de los muertos del 11-S, del 11-M, de todos los atentados que hubo antes de éste y de los posteriores que aún sufrimos.
A los caídos en las guerras y guerrillas que asolaron y asolan nuestro planeta.
A todos los que han perdido vida y hacienda en terremotos, inundaciones, incendios...


Dejo las ventanas de mi alma abiertas
y en el alféizar una vela encendida
para que alumbre el camino de las almas
que, con violencia, fueron arrancadas de esta vida.

Elevo una plegaria al cielo
para que me escuchen todos los dioses,
ellos son ahora los custodios
de tantos como ya perdieron sus voces.



PROSA POÉTICA: 0306
Tus palabras me reconfortaron en un pasado no lejano.
Tus palabras fueron tuyas, fueron mías, y nos unieron como a hermanos.
Tus palabras, agua clara, que bebí de tus labios… Ahora, me niegas tus palabras, y yo me muero de sed en este mundo inhumano.
¡Devuélveme, por caridad, tus palabras! ¡Concédeme el consuelo que de ellas yo reclamo! ¡Apiádate de mi, háblame, hermano!
Conseguirás con tus palabras librarme de este Erebo oscuro y solitario en el que ardo.


SELECCIÓN NARRATIVA


LA HISTORIA DE LA FLACA

- También yo recibí una carta -dijo la flaca con la colilla casi apagada entre sus labios finos y resecos-. A mí sí me llegó. No tuve la suerte de que se quedara olvidada dentro del talego, ni perdida en los laberintos de las oficinas del Correo.
Las reclusas la escuchaban con la adoración que produce el miedo. A la flaca había que temerla. Su historial y sus arranques de ira la convirtieron en la líder indiscutible del corredor.
- Sí, también yo recibí una carta -prosiguió la flaca-. Lo peor del caso es que la leí...
- Pero, ¿no dices que no sabes leer? -gritó desde un lateral del patio otra presa, con insolencia. Con la insolencia de una juventud pujante encerrada entre rejas que busca convertirse en la nueva líder-. Tú misma me lo confesaste no hace mucho: "Léeme esta nota -dijiste-, no la entiendo".
- Tú, guarra, cierra el pico. Esto no va contigo -bramó la flaca.
Su grito hizo temblar a Martha, la recién llegada, que pensó: "¿Por qué habré abierto la boca? En este infierno es preferible el silencio y la soledad a buscar un apoyo entre..."
Sus lucubraciones quedaron cortadas por la voz aguardentosa de la flaca que prosiguió:
- Recibí una carta, sí. La leyó una de las niñas de mi vecina, una de las que iba a la escuela... De todas formas, por muy torpe que sea yo, si te llega un pedazo de papel con frases recortadas de un periódico es que la noticia que te dan no es buena.
- ¿Qué decía la nota? -preguntó Martha con prevención en la voz.
Nada más formular la pregunta se arrepintió de ello. "Si lo mejor es estar callada -se dijo-. En este lugar es mejor que me calle. La curiosidad atrapó al ratón en el cebo. ¿Todavía no he aprendido que por eso me encuentro aquí?"
La flaca tiró la colilla al suelo del patio. Se levantó del poyo en el que estaba sentada junto con las otras reclusas y pisó con saña la colilla. Luego, en pie, balanceándose rítmicamente continuó su historia:
- Ponía: "Tu hombre está con otra. Un amigo". En aquel momento se me cruzaron los cables. No es porque él fuera un tío excepcional, sino porque era mío... Troté hasta la casa y, a pesar de estar rabiosa como una perra en celo, me calmé a medida que subía las escaleras. Los quince escalones que me separaban de la casa se me hicieron eternos, pero los subí despacio, procurando no hacer ruido. Abrí la puerta con cuidado. Me asomé al dormitorio. Allí estaba él, desnudo, follando como una mala bestia. Nunca me creyó cuando, en nuestras noches de placer, le confesaba entre orgasmo y orgasmo que hubo otros antes que él. "¿Tú, flacucha -me decía-, has conocido a más de una docena de tíos? Vamos, no me hagas reír con tus patrañas..." Y se reía a carcajadas. Aún las oigo. Pero no se rió cuando escuchó el ruido del seguro de la pistola a su espalda. Al contrario, su cara porcina, aún sudorosa por los esfuerzos, era el reflejo de la estupidez. Los ojos se le desorbitaron y salió de la mujer que tenía aún debajo totalmente irreconocible, empequeñecido. Recuerdo que balbuceó: "¿Era cierto?" Sí, mi viejo, totalmente. Entonces descargué mi rabia sobre ellos: quince balas. En esta ocasión tuve la mala suerte de que en el mismo pasillo, dos puertas más allá del apartamento, vivía, sin yo saberlo, un comisario de la secreta. Me trincó con las manos en la masa. Por eso estoy aquí.
La flaca encendió otro cigarrillo al que dio una larguísima calada. Después de echar el humo, con el que jugueteó formando aros, añadió:
- Por eso estoy aquí y por los catorce anteriores. Me pusieron los cuernos y tampoco creyeron mi historia. La historia de la flaca y sus quince amantes...

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